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Hoja caduca

La poda de árboles de hoja caduca se realiza en invierno ya que es cuando el árbol está inactivo, las hojas se caen en esta estación del año ya que dejan de ser útiles para realizar la fotosíntesis. El árbol sustrae la savia y nutrientes de las hojas almacenándolos en otros tejidos para ser utilizados en primavera.

La poda de formación se realiza con la intención de controlar el crecimiento del ejemplar y conseguir la forma deseada, además de mejorar la salud del árbol y disponer de una mayor área de sombra en verano si así se desea, gracias a potenciar el desarrollo de las ramas laterales.

¿Cómo se realiza la poda?

Se realizan cortes limpios con maquinaría específica para este trabajo y se aplica pasta cicatrizante en las heridas si es preciso, siempre priorizando la salud del árbol. Es habitual podar antes de que el árbol haya tirado todas sus hojas, no es lo correcto pero es una práctica muy habitual, si el árbol está sano suele aguantar sin mayores problemas.

En otras épocas del año se pueden realizar pequeñas podas de mantenimiento cortando  ramas muy concretas que resulten molestas.

Algunos ejemplares de hoja caduca son la morera, el fresno y el abedul.

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Hoja perenne

En arboles de hoja perenne se realizan podas suaves en las estaciones de primavera, otoño e invierno con el objetivo de mantener la forma deseada y eliminar posibles ramas secas.

Algunos ejemplares de hoja perenne son el alcornoque, el olivo, la magnolia y el pino silvestre.

Árboles frutales

En la poda de árboles frutales lo que se busca es maximizar la producción de fruta eliminando ramas estratégicamente y evitar que los ejemplares se hagan excesivamente altos ya que dificultarían la recogida de la misma.

El mejor momento para podar los frutales es después del período de reposo o dormancia, al final del invierno, antes de la brotación primaveral cuando la savia ascendente ya está hinchando las yemas.

Coníferas

Para mantener la forma de las coníferas es necesario que realicemos una primera poda entre los meses de abril/mayo y una segunda poda a finales de septiembre al terminar el verano, ya que estas especies suelen presentar un crecimiento excesivamente rápido, hasta de medio metro por año pudiendo alcanzar los 20 metros de altura.

Algunos ejemplares de coníferas son el ciprés y el abeto.

Con la poda conseguiremos el crecimiento de nuevas ramas más frondosas y sanas, minimizando el riesgo de que contraiga hongos ya que evitaremos que queden zonas con sombra.

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